Quiero compartir con ustedes este fragmento de un libro producto de una experiencia colectiva entre Tomás Abraham & El Seminario de los Jueves. Me resulta imprescindible, en dicho texto, la idea de transportar el aprendizaje en diferentes niveles, con nuevas formas que terminen con el academicismo de profesor virtuoso y alumno pasivo. La Burocracia que se vive dentro de las universidades estatales también se debe a estas problemáticas, ya que los profesores se ocupan cada vez más de la competencia carnal, de negar la apertura del pensamiento, y cada vez menos de buscar herramientas que permitan fortalecer los lazos de interacción. Por estas razones, la idea de conectarse con nuevas experiencias, flujos e intensidades, que permitan establecer nuevas formas, y que muchas veces son las menos previsibles, es un desafío apasionante.
Saludos,
Emanuel.
“El Seminario de los Jueves es un grupo de aficionados que se reúne desde 1984 para estudiar temas y textos de filosofía. Está compuesto por profesores de distintas universidades y otros integrantes de labores variadas. Hay filósofos, contadores, actores, psicoanalistas, críticos de cine, pintores, estudiantes. Las edades varían de los 19 a los 79 años.
En nuestro medio académico y editorial se tiene una visión prejuiciosa del trabajo colectivo. No se conoce el funcionamiento de una labor grupal. Se está habituado al manejo de cátedra en donde un señor mandarín dirige un contingente de aprendices que le agradece la figuración. El resultado es una serie de textos autocastrados y prolijos que pagan tributo a la tradición. Además de pagar la edición, salvo que se ofrezca como lectura obligatoria a un público cautivo compuesto por sucesivas camadas de estudiantes.
Nuestro trabajo resulta de una batalla oral que llevamos a cabo todos los jueves desde hace más de veinte años. Su seriedad no la dan la cara larga y la boca apretada sino el compromiso de asistencia y lectura. A partir de ahí es necesario ser libre, lo que significa decir lo que se piensa, a quien sea y como sea. No se necesita disciplina si se entiende lo que es entregarse y amar lo que se hace.
Es indispensable la irreverencia en un ámbito de jueces que custodian sus tribunales y tienen una visión de la filosofía policial y acartonada. Ya sea con uniformes de derecha o, lo que es más común en el gremio, con uniformes de izquierda. El resultado de esta labor de encuadre, promoción vigilada y censura es que los que se dedican a la filosofía nunca escriben y cuando lo hacen no dejan de mirar para atrás. Pero a la inversa de lo que ocurre en los exámenes, la mirada del tutor es para que se copien, el que no se copia está aplazado.
Y es indispensable también salir de la endogamia universitaria que hace que los cuentistas sociales, los filósofos, los arquitectos, psicoanalistas, o quien sea, segreguen los microclimas que les implantan las máscaras lisas de la autocomplacencia. Para la filosofía es inevitable salir, friccionarse y frotarse con lo que no es, fisurar el cemento que la comprime. No es otra cosa pensar: salir y disolver.” (…)
"Los autores provienen de distintos campos culturales: el cine, el teatro, la filosofía, la literatura, o de ninguno en particular, pero todos invocamos el hecho de ser aficionados, amateurs, amantes de un oficio. La palabra profesional suena bien en el mercado, para nosotros es pobre, le falta locura, desesperación, esperanza. No es suficiente con ser un buen cumplidor, nada vale esa supuesta modestia, queremos más.”
Tomás Abraham & El Seminario de los Jueves
miércoles, 30 de enero de 2008
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